Se conocen como Dead Drops y llevan años existiendo, escondidos entre nosotros. Se trata de un proyecto que inició el artista alemán Aram Bartholl en 2010.
Son miles de memorias USB camufladas por el mundo. El proyecto comenzó en Nueva York en 2010, donde este alemán escondió las cinco primeras en edificios de la ciudad con un objetivo: fomentar el intercambio de archivos entre usuarios anónimos sin necesidad de conectarse a Internet (un P2P offline). Posteriormente, expandió su proyecto por ciudades de todo el mundo y animó a otras personas a esconder sus memorias USB a partir de una serie de instrucciones que él mismo incluyó en su web, en la que además se pide que avisen sobre la localización de los mismos. El propio artista va anunciando los nuevos USB escondidos a través de una cuenta de Twitter y actualiza el listado de ciudades en su web. Una iniciativa que no vulnera la ley de propiedad intelectual, asegura Bartholl, y que ha contado con gran aceptación por todo el mundo, donde ya se contabilizan más de 1.600 memorias escondidas con un volumen total de casi 12.000 gigas de información. Existe un riesgo, eso sí, que es el hecho de que existen usuarios que podrían aprovechar para compartir códigos maliciosos a través de sus memorias.
Existe un mapa donde se contabilizan y se localizan los USB. En España hay en muchas ciudades. Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Burgos… Esconden estos USB. Basta con acudir al mapa y buscar si en la ciudad en la que nos encontramos está esa memoria escondida.
Vía 20 minutos